Pasamanos,
juntos.
Caminan sin cesar los zapatos limpios.
Las mujeres de viento,
los abrigos que brillan.
Veloz de rojo a verde,
amarillo a azul.
Calamares que miran,
desconsolados,
a sus bocas hambrientas.
A 3,50!
Repletos los vagones,
la vida sin luz,
el fluorescente que salpica.
Callejuelas de baldosas,
cajeros empapelados,
unos que miran y señalan,
otros que empujan,
muerden,
silvan,
corren,
vuelan,
lloran,
ríen,
suben y bajan del rojo
al amarillo,
del verde al
azul.
De aquí para allí,
la gran manzana que brilla,
de noche,
entre sonidos de rock,
timbales sordos,
ritmos que huelen,
i-rre-me-dia-ble-men-te,
a Madrid.
Y seguirán los pasos,
de sonido único.
Y la mirada arrugada,
y el delantal que brilla.
Y los bailes torpes,
la pensión sombría,
la escalera que cruje
y el señor de barba.
Los miles de sombreros huérfanos de cabeza,
en Madrid.
Vinos en vaso,
cerveza en jarras,
sonetos que riman
rimas sensatas,
peatones motorizados
y motociletas que hablan.
Comedias,
Cines,
Dramas,
Carreras,
Porras y bombillas.
Neones,
GranVias,
TAXI!
Madrid.
Samuel Rodríguez 09/10/11