viernes, 26 de diciembre de 2008

NEXT FREE ANFETAMINA

Libre.

Escucha atentamente:

L I B R E.

 

Eres libre pedazo de imbécil.

 

Vuela.

Llora.

Ríe.

Folla.

 

Libre.

 

L I B R E.

 

Camina solo por tu escuela,

No rompas los cristales de tu caparazón,

Escucha siempre tus pasos,

Rotos,

Rota,

Sin

Sentido.

 

Que buena música.

 

La oyes?

 

Mmmmm….

 

 

¿Hasta cuándo?

 

Ya ves, mírame de nuevo.

 

Que guapa estás,

 

Princesa,

 

Sin mi.

 

 

Cuántos pasos has dado en tan poco tiempo.

Como te apresuraste a despegar tu piel de mis ropas,

Tus mentiras de mis pestañas,

Tus uñas de mi cara.

 

 

Y mira,

Soy libre y mira,

Como sangro,

Huelo,

Engancho los pies al suelo donde piso.

 

Soy pegajoso de dolor de amor,

Quemo las ropas sin sentido,

Otra puta vez,

Por ti.

¡No!

 

¡Que no!

 

Que no es por ti,

Que es por ella.

Limpia,

Roja,

Sin sentido también.

Garganta profunda de pies fríos.

Culo frío.

Drógame de nuevo.

Déjame dormir,

Anfetamina querida.

Por ti.

Para mi.

 

 

                                    Max

LIMPIO

Limpio.

Caen cerezas en mis manos.

Huelo.

Recorto la foto en la revista para mujeres con tapas de color de rosa.

Hola.

Miras en mi espejo cuando de quito la camiseta de la espalda.

Adiós.

 

Renuevo tu aire cada vez que te cruzas en mi camino.

Siempre.

 

Y vuelo y huelo y escondo y escapo.

Risas.

 

Miro ,

tus pies helados,

Tu muerte azul de color de cara,

Tus manos de mármol.

 

Siento el calor de mi en ti, y me quema

Y me ahonda

Y me aburre.

 

Juegas con plásticos finos,

Vibras,

Revibras,

Me enamoras.

 

 

Que ancha la avenida sin fin,

Cuántos kilómetros de asfalto blanco,

De pisadas sucias de mentiras,

De roderas de barro,

De pies de caucho.

 

Subes al avión como bajaste de él…

 

Sola,

 

Sin mi.

 

 

                           Max

Y TE FUISTE

Y te fuiste.

De nuevo.

Y te moriste.

Otra vez.

Y me rompiste

Y te quise

Y te lloré

Y te amo.

 

Y te fuiste y no vas a volver.

Jamás.

J A M Á S.

Y mira lo que te escribo por puta,

mentirosa y traicionera.

 

Por follarme como nadie y apartarme de tu vida,

por drogarme contigo

y arrancarme la dosis.

Por cortarme el brazo,

el pie,

la polla,

el ombligo.

 

Por desencajar de mis caderas tu pelvis,

de tus dedos mi lengua.

De tu cuello mis dientes.

 

Y encima me pides respeto y que

que no te recuerde lo hermoso pasado,

que te deje olvidar

y que te olvide.

 

Y no puedo.

Y no quiero.

 

Y disfruto torturándome,

pensando en quien te folla y te abraza,

en tu cobardía sublime

en tu forma de esconderte de mi a los pocos días.

Te desprecio y te odio.

 

Pero como te quiero mi niña,

si tu supieras,

si tu supieras llorar,

cuánto me suplicarías.

 

No vuelvas nunca.

Déjame solo

el recuerdo de tu pecho,

el dolor de mi frente,

el sudor de mi pelo,

el calor de tus mejillas

y mis dedos en tu interior.

 

Que mala eres,

dueña de tu vida.

Dueña de mi vida por unos meses y hasta cuando?

 

Dueña de tus botas y de tus medias,

De tus tangas y tus tacones,

De tu coño rasurado,

perfecto,

para mi.

 

 

                                    Max.

 

TU MUERTE TENÍA UN PRECIO

Tu muerte tenia un precio.

Yo.

Tu madre no me quiso nunca.

Lo sabes.

Cogiste al pistola con la mano,

La cargaste,

Apuntaste,

Disparaste.

 

Mal. Mi muerte te esquivó otra vez,

Y seguimos caminando a tu lado,

Mi muerte y yo.

 

 

                        Max

ROJO


Tus pestañas sangran, lloran de rojo de vida.
Tus pómulos me miran desde la distancia.

Eres bonita, siempre dispuesta,
eternamente rebelde joven atractiva.

Me matas si me miras,
me muero si te toco, tus pómulos me ofenden,
niña bonita de cara redonda,
pestañas rojas de cielos que se van.

Tu vida me hace daño,
me duele sin mi en tu vida,
sin tus manos en mi pecho,
sin tus pies en mi espalda.

A veces,
cuando me puedes buscar te escupo,
un poco,
en las manos,
y te cuento lo que no querías saber ayer,
y te miro
y te busco
y te persigo.
Y nunca te encuentro.
¿Dónde estás?
¿Porqué decidiste morirte ayer de nuevo?

Las pestañas rojas ya no me ofenden,
ni me hacen llorar,
ni siquiera me dan pena,
ni me duelen,
ni las quiero.

Pero las recuerdo,
como el rojo más intenso del dolor más puro,
dolor de ayer,
rojo de mañana.

Mañana te buscaré de nuevo entre las nubes,
te buscaré pómulos de sonrisa,
te encontraré en el columpio del cielo,
y esas manos que te mecen,
que no son las mías,
que las escupo.
mientras tus pestañas siguen,
en algún lugar,
acariciándome el alma,
roja,
también.

                          Samuel Rodríguez--2008